Decisiones, planes, cambios hormonales,
físicos, aceptación, resignación, nuevas miradas. Me siento Sandro cantando
“Tengo un mundo de sensaciones, un mundo de vibraciones que te puedo regalar.”
Por momentos, quiero volver a ser como era antes pero me doy cuenta que ya no
voy a volver a ser la misma. Quizás se hayan exacerbado rasgos de mi
personalidad o dejé salir al monstruo interior pero ya nada será igual. Hoy al
que me entiende lo valoro más, al que se preocupa por nuestro bienestar
también, todavía hay muchos que no me decepcionaron sino que se ganaron un
mejor lugar y le ladro más al santo de mi marido. (Eso claramente va a tener
que cambiar porque no se lo merece, en primer lugar, y un día voy a encontrar
el placard vacío, en segundo). No puedo evitar decir lo que quiero o lo que
pienso (todavía no me da tanto con los desconocidos) y el filtro necesita un
recambio urgente, pero con esto de la traba a las importaciones no encuentro
ningún repuesto efectivo. También tengo ganas de abrazar y apretarle los
cachetes a mi bebé pero que lo sepan unos pocos. Tengo ganas de que sea varón y
cantar juntos una canción de rock sosteniendo guitarras imaginarias. O que sea
nena y que nos hagamos las malas y nos saquemos fotos divertidas al mejor
estilo look minita histérica. Tengo ganas de asados con amigos, mates, pañales
y juguetes. Quiero que crezca rápido para jugar porque como dije cuando nació
mi hermano “Este nene no hace nada, mamá, no juega conmigo como me dijiste.”
Así de literal era a los 3 y así lo sigo siendo a los 27. Tengo ganas de ser
mamá full time pero el sentido del deber, el futuro y la economía no lo
permiten. Igual sé que en un futuro será mejor para todos. Pero no quiero
trabajar todo lo que trabajo ahora. Un poquito menos, sólo eso pido. Tengo ganas
de sacarme esa puta costumbre (y ahí, pasamos a Cacho “Por esa puta costumbre”)
de gritar en vez de pedir. Y de tantas cosas más, que definitivamente harán que
Ismael me pueda cantar “Ya nada es lo que era” (Qué musical estoy hoy, carajo!)
pero para bien.
Verdad nº3: Un hijo te cambia la vida para
siempre. (Ya comentaré sobre los pos comentarios de esta bendita frase, por
ahora así sin interpretaciones más que las mías.)
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