El lunes vuelvo al trabajo. Uf!
Cuantas sensaciones encontradas! Entre enojos, desaires, memorias, nostalgia,
esperanzas se me hace difícil definir esta vuelta. Por un lado, me siento mal
conmigo misma por no tener las mismas ganas. Después de todo es la profesión
que elegí y la que me ha hecho emocionar hasta las lágrimas (no llore cuando me
casé para que se hagan una idea de lo piedra que puedo ser!). Pero con ellos es
diferente. Son como hijos prestados por un año. Y con esa misma pasión de los
padres, educo. A veces con más pilas, otras refunfuñando, otras con latidos en
el pecho. Sé que ese amor, esa pasión está. Quizás hoy escondida o en un segundo
lugar. Quiero creer que está. Que solo está empañada por disgustos, decepciones
o la frustración por no haber sido escuchada cuando era necesario. O por caer
en la cuenta que mis utopías habían llegado a su fin. Por quedar entre burocracia y "quedar
bien". Puede que también me cueste dividirme. Porque ahora tengo dos
profesiones, dos pasiones. Por otro
lado, necesito un cambio. Un cambio de aire. Ver otra realidad. Empezar de
nuevo. En otro lugar. Quiero quedarme con los buenos recuerdos. Dicen que las
mujeres hacen el duelo un año antes de cortar con alguien. Yo creo que ya me
empiezo a despedir...
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