lunes, 24 de diciembre de 2012

Hormones revolution at Xmas! .-

Ya estamos en la semana 35/36. Todo un logro haber llegado a esta etapa con mi marido a mi lado todavía y sin los pies hinchados (más que nada teniendo en cuenta los 50º de sensación térmica del día de hoy). Y es todo un logro porque no sólo se juntan las ganas de tus allegados de verte y acompañarte sino las reuniones de fin de año. Nunca entiendo por qué si no nos vemos asiduamente durante el año tenemos que hacer lo imposible para vernos con todos en dos semanas. Misterios de la vida misma. O no. Calculo que a cada uno le pega de una manera distinta cerrar otro año más y nos ponemos sentimentales dejando de lado la rutina y haciéndonos el tiempo para ver a aquellos que queremos. Yo me quejo de estas corridas y este año con esta panza más que nunca pero la realidad es que me gusta. Me gusta esto de armar el arbolito, la ilusión de los nenes esperando a Papá Noel, juntarnos a comer, descubrir qué me van a regalar. Y eso es para mí la Navidad. Ilusión, reunión, más allá de los motivos religiosos que en mi caso no cuentan. Y eso es lo que me gustaría transmitirle a  mi hijo. Que es un momento para juntarnos, ilusionarnos, olvidarnos de las penas o las diferencias y pasar un buen momento juntos. Cada uno a su manera. Unos por la llegada del niño Jesús, otros con motivos comerciales, a otros no les gusta. Pero con algo de magia y respeto. Y todos estos pensamientos y reuniones vinieron acompañados de una dosis brutal de realidad en la que me di cuenta de dos cosasque parecen obvias pero no lo son:

*Este chico va a tener que salir por algún lado. Sí, mi pochola. 

*Pasé a pertenecer a otro grupo social: El de los padres jóvenes con hijos.

Todo esto trajo sus consecuencias, a saber:

-"Ya todos me miran distinto. A vos te siguen viendo igual." A mi marido con cara de compunjida.

-"Parezco una gallina empollando a la cual todos trasladan de acá para allá."

-"Encima que estoy limitada, no hago nada de lo que me gusta!!! Vos sí, vos podés!!!" Respuesta: "Estuve una tarde en una plaza nomás. No hice nada loco."

-"No me puedo comprar lo que me gusta, quiero saltar y no puedo, me siento horrible!!!!" Rompiendo en llanto.

-"Yo quiero que me dopen y que el pibe haya salido." Con cara entre seria y de pánico.

Claramente, una vez que pasó la crisis y acepté el cambio, seguí disfrutando de las pataditas de mi pirulo que en cualquier momento me va a expulsar el arrolladito navideño por la boca. Todo cambia, todo se termina. Y sigo creciendo, feliz de mis decisiones, de mis cambios. Porque no se puede sumar sin restar. Sin embargo, esta resta me da un resultado excelente, redondo. El que siempre soñé...

Feliz Navidad :)

sábado, 15 de diciembre de 2012

8 meses: Everybody went bananas.

Y aquí me tienen terminando la semana 33 y empezando mi licencia por maternidad. Creo que estas últimas tres semanas fueron las más bizarras de todo el embarazo. No sólo por las cosas que me sucedieron (muchas) sino por las conjeturas y el pánico general ante un parto prematuro inminente fundado en...que estoy muy panzona, ponele? 
Estos fueron los comentarios que llegaron al podio:

1º Puesto: "No llegas al 15." Leasé de Diciembre. Momento en el que detenía mis actividades laborales. Todo esto era acompañado por un movimiento de cabeza a ambos lados con un dejo de pena en la mirada.

2º Puesto: "Andá a tu casa. Vas a tener el pibe acá."

3º Puesto: "Ese chico no llega a término."

El último era bastante alentador comparado con los otros. Insisto que todo esto estuvo basado en nada porque mis ecografìas no hablan de parto prematuro, estoy bien de peso, no tengo retención de líquido y estoy bastante ágil. Recalco la agilidad certificada por el chino de mi cuadra que quiso alcanzarme la leche que me había olvidado y cuando volví me dijo:
"Ute caminar rápido. Salir y ya no taba."
Calculo que a la ansiedad de mis allegados, padres, amigos y compañeros se le sumaron las altas temperaturas, los cortes de luz (que no ayudaron en absoluto), fin de año (juro que en un momento me vi pariendo en plena Nochebuena con todos a mi alrededor en un estado de pánico profundo), la nube tóxica (sí, tuvimos una nube tóxica), las inundaciones y el hecho de que no tengo una pancita mini. 
Los que todavía no parecieron enterarse de mi estado y claramente piensan que me comí una sandía entera o estoy hinchada (ponele) son algunos de los viajeros del bondi nuestro de cada día. Les regalo uno de los tantos momentos maravillosos que vivo cada mañana.
Situación: El bondi iba con todos sus asientos ocupados y una persona parada en el fondo del mismo. En el primer asiento iba una señora con una nena de unos siete años aproximadamente que llevaba su mochila escolar. Como nadie atinó a cederme un asiento, le pregunto a la mujer si me lo podría dar y obtengo la siguiente reacción: Escaneo de todo mi cuerpo y cara de interrogación. Le explico a la señora que estoy embarazada por si no le había quedado claro después del escaneo corporal y de ver mi panza de 7 meses. La misma me contesta: "Es que no puedo dejar a la nena sola...No sé..." Bueno, gracias señora. No importa. Encaro para las señoras cincuentonas de la segunda fila de asientos que se estaban haciendo las distraídas cuando la dama en cuestión se levanta y finalmente me cede su lugar. Sin embargo, esto no termina ahí. A las dos cuadras la señora se levanta con su hija. Yo pensé que era una obse, en fin. Fue. Pero a mitad de camino se sube una chica embarazada , pelea por su asiento y las susodichas del segundo asiento dicen "Qué barbaridad! Nadie se levanta eh!" ( Y ustedes, lindas????). A tan sólo dos cuadras de bajarme sube una mujer con un nene en brazos, todos haciéndose los zonzos, el colectivo lleno hasta la manija y una embarazada (yo) le da el asiento a la señora. 
Realmente no sé si hay mujeres que no fueron madres y les importa un rabano, si hay hombres que nunca tuvieron una embarazada en la familia o todos somos tan individualistas que nos resbala lo que le pase al de al lado. 
Para un lado o para el otro lado, everybody went bananas!