jueves, 27 de septiembre de 2012

De ojos achinados y otras yerbas.-



Ojitos achinados. Esa es la mejor palabra que define el estado de esta semana. La cara se me va poniendo cada día más redondona, y con el pelo corto y mi sonrisa Odol, quedo toda achinadita. Y quedo exactamente igual cuando Morfeo me pide que me rinda entre sus brazos, o sea, cuando me muero de sueño. Hoy, por suerte, pude tomarme la tarde para mí, porque los dos días previos estaba destruida, con mucho trabajo y mucho zen para abordar quejas, problemas, planteos. Estoy menos comprensiva, pero más tolerante. Suena confuso y no sé si está bien expresado. Pero sería algo así: No me nace ser tan complaciente como antes, pero me irrito menos (o al menos trato). Trato de entender, bajar mi enojo, pero no dejo de defender mi postura. Es complicada toda esta vuelta que le doy porque de hecho, no está directamente relacionado con el embarazo, sino con mi personalidad. Y quizás yo misma me esté tratando de plantear o ver qué forma va tomando esto que yo tomo como cambio. No sé si es un cambio pero por ahora parece eso. Entre tantos cambios, es difícil discernir! De hecho, ya no sé si tengo miedos de madre primeriza, me volví hipocondríaca o soy una persona de la media. Cada cambio fisiológico lo consulto o voy a la guardia obstétrica (tampoco crean que vivo ahí adentro eh!). Sin embargo, así me siento más segura, sin caer en la exageración. Por el momento, mi bebé está haciendo espacio y presiento que va a ser muy buen@ jugando al fútbol. Estamos todos ansiosos por saber el sexo, y como no se dejo ver, todos los pronósticos apuntan a nena. Mis alumnos me dan comida para el bebé y eso me mata de amor. Vienen, me besan la panza y la verdad, me encanta.
Espero encontrarnos en el Miércoles Mudo, blogueras! Para los que no saben de qué se trata, espero poder mostrarles pronto…

sábado, 22 de septiembre de 2012

Si tener una nena, aumenta tu ira en el embarazo; yo tengo a las trillizas de oro.-

Esa fue a la conclusión a la que llegué con una amiga luego de una conversación telefónica de una hora en la que ella sintió (así lo definió) que "un perro me estaba ladrando del otro lado del aparato" (excelente descripción, dicho sea de paso). Y sí, amigos y amigas, esta semana fue una montaña rusa de emociones. Mi humor se transformaba radicalmente después de las 5 de la tarde, hora en la que mi mente dejaba de estar ocupada con actividades escolares y niños correteando. Aunque el trabajo seguía en casa (escolar y hogareño), volvía a mi realidad embarazosa en la que todo o nada puede desatar una hecatombe. Quería irme lejos, al mar. No me aguantaba ni yo. Barría la casa a las once y media de la noche, limpiaba el baño a las dos de la mañana, chequeaba las redes sociales cada dos minutos (como si contara contracciones, no sé), le contestaba mal a todo el mundo o acotaba las respuestas a monosílabos (pobres mis padres, no lograron hablar conmigo más de 10 minutos esta semana). Razones para irritarme tenía, de sobra. El problema es que estaba ácida y no podía controlar mis emociones. No podía salir de ese estado emocional. Ni las técnicas de respiración de Sri Ravi Shankar ni mandalas ni contar ovejas podían con mi histeria. Por suerte controlaba mis respuestas. Creo que si decía lo que realmente pensaba lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, terminaba con un chaleco de fuerza, o separada, o desocupada, o forever alone. Sólo hubo Pero buenouna persona que pudo disolver el dilema y fue una taxista. 

Situación.-
Volvía del trabajo. A casa. Ya había desistido de ir a la Terminal a sacarme un pasaje a la costa. Había caminado diez cuadras para tomarme el colectivo vacío, pero justo lo vi pasar y me lo tomé. Lleno. Pero bueno, al menos había hecho algo de ejercicio, ponele. Acá en Argentina comenzó la primavera y con ella las alergias y como si no bastara con todos los cambios que tengo, también la alergia comenzó a batallar mi cuerpo. Por ende, tenía los labio hinchados y cada vez me ahogaba más adentro del bondi. Así que decidí bajarme llegando a la 9 de Julio y tomarme un taxi. Tan caro no me iba a salir. Me tocó una mujer al volante, raro, hasta ahora nunca me había pasado salvo en otros países. Le dije hasta dónde iba y empezamos a intercambiar comentarios sobre el clima (típico). Y en eso me agarraron unas ganas irrefrenables de preguntarle a la mujer sobre su embarazo, sentía que había una voz de la experiencia que necesitaba escuchar. Y ahí fui.
Yo: Disculpe, estoy haciendo tipo una encuesta, ¿usted estaba de muy mal humor cuando estaba embrazada?
T: Mmm, no. Vos, sí?
Yo: Sí, mucho. Quería comprobar si era la única.
T: Ah, no, pará. Ahora que me acuerdo una vez me encerré en el baño de la bronca que tenía porque había discutido con mi marido. Sí, ahora que me acuerdo estaba más sensible, más irritable.
Yo: Ah? Así es estar irritable cuando estás embarazada?
T: Y sí. Yo confesé cosas después de haber parido porque en ese momento, me daba vergüenza decirlas. Como por ejemplo, que no sentía al bebé.
Yo: A mí me costó aceptar el embarazo. No me levanté un día y dije "Soy madre".
T: NOOOOOOOOOOO! Yo, al no sentirlo, me veía con una panza enorme pero no caía que estaba embarazada. Y ni te digo mi marido. Sólo lo entendí cuando el obstetra me dijo que ellos no tomaban conciencia del embarazo hasta que el bebé nacía. 
Yo: Ah bueno, me quedo más tranquila. 
T: No, sí. Tenele paciencia. Tienen altibajos durante el embarazo. Y compartí. No quieras hacer todo vos sola. Dejalo que él haga. 
Yo: Sí, es verdad.

Llegué a casa. Me había ido a comprar la merienda. Me acosté y esperé que viniera. Lo ví y aunque el enojo seguía (porque yo tenía razón!), lo amé más que nunca. Necesitaba de su calidez, de sus caricias en la frente. Mis hormonas volvieron a su lugar. Dormimos, hablamos, nos abrazamos. Jugamos con el bebé.

Sé que la ira volverá en cualquier momento y por cualquier pavada, con él o con quien se atreva a toparse en mi camino. Pero también sé que siempre él está ahí, sosteniendo, acompañando. Amándonos. 

Gracias :)

martes, 18 de septiembre de 2012

Viejas pasiones.-


Así defino mi vuelta. Llena de ocurrencias, mimos, dudas y besos en la panza. Como siempre digo educar no es sólo dar una materia. Para ser docente realmente se necesita la vocación de enseñar valores, mimar, dar herramientas, paciencia (aunque a veces no sobra) más allá de los contenidos.

"Si vos tenés mocos, tu bebé tiene mocos también?" :)

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cerrando y abriendo puertas.-


El lunes vuelvo al trabajo. Uf! Cuantas sensaciones encontradas! Entre enojos, desaires, memorias, nostalgia, esperanzas se me hace difícil definir esta vuelta. Por un lado, me siento mal conmigo misma por no tener las mismas ganas. Después de todo es la profesión que elegí y la que me ha hecho emocionar hasta las lágrimas (no llore cuando me casé para que se hagan una idea de lo piedra que puedo ser!). Pero con ellos es diferente. Son como hijos prestados por un año. Y con esa misma pasión de los padres, educo. A veces con más pilas, otras refunfuñando, otras con latidos en el pecho. Sé que ese amor, esa pasión está. Quizás hoy escondida o en un segundo lugar. Quiero creer que está. Que solo está empañada por disgustos, decepciones o la frustración por no haber sido escuchada cuando era necesario. O por caer en la cuenta que mis utopías habían llegado a su fin.  Por quedar entre burocracia y "quedar bien". Puede que también me cueste dividirme. Porque ahora tengo dos profesiones, dos pasiones.  Por otro lado, necesito un cambio. Un cambio de aire. Ver otra realidad. Empezar de nuevo. En otro lugar. Quiero quedarme con los buenos recuerdos. Dicen que las mujeres hacen el duelo un año antes de cortar con alguien. Yo creo que ya me empiezo a despedir...

jueves, 13 de septiembre de 2012

Mi panza no es el Km 0 de Madrid, ni mi hijo el niño Jesús.-

Acuerdo Nº 1: Llegamos a un trato con mi madre por el cual a partir de ahora desterramos la tan cuestionada frase "El embarazo es el mejor estado de la mujer" y la sustituimos por esta: "El embarazo es el estado único e irrepetible de cada mujer". Esto incluye a todos los embarazos (porque el primero, no es igual al segundo, etc) y a todos los estados anímicos, psicológicos y físicos de cada mujer. Todos contentos :)

Anteayer sentí los primeros movimientos de mi bebé. Fantásticos, alucinante. El poder de la naturaleza superó toda racionalidad posible. Imposible aplicarle una lógica a ese sentimiento. Terminé hablando como si me entendiera (es científicamente imposible que entienda las palabras ahora, pero si reconoce el tono de voz de los padres, según mis averiguaciones) y ahora quiero comer chocolate todo el tiempo para que se mueva (entre el fiambre y los dulces, me va a salir un gordito feliz). También sentí que era un momento tan privado que no quería que nadie más que nosotros tres lo supiera. Generalmente suelo exponer, compartir mi vida sin problemas, sin miedo. Pero esta vez fue distinto. Tuve esa sensación de "Esto es mío. Go away!". Calculo que será el instinto protector de madre que me pega a mí de esa manera. O tal vez, tenga que ver con mi personalidad, no lo sé. Tampoco lo asocié al momento del nacimiento. Es como que una vez que saliera y ya hiciera sus monerías, me suena lógico que todos quieran verlo y tocarlo. Pero ahora no. Todavía no. En un momento tuve la sensación de ser un muñecote en exposición para que todos toquen, le pregunten, lo llenen de sus emociones. Y a la noche, encontré algo que me vino al pelo. En un sitio de internet, venden un producto con el que te podés hacer un molde 3D de tu panza y podés decorarlo, la gente puede firmar en él, le podés poner adornos (alguien pensará en ponerle piercings a los pezones?). Juro, chicas, perdonenmé, pero me parece demasiado. No quiero un molde de mi panza y mis tetas para el living comedor. Saquenmé fotos. Eso me parece divino, menos invasivo.

No dudo de las buenas intenciones de la gente y de la ansiedad que genera la llegada de un bebé. Es hermoso compartirlo. Sin embargo, creo que tanta exposición no es necesaria. O no todos la queremos igual. Me parece que está bueno respetar el tiempo de los papás. Es un momento taaaaaan íntimo, tan único (valga la redundancia). Esperen a que los papás cuenten, denle tiempo. Traten de no llenarnos de preguntas que no sabemos cómo responder. No pregunten en la semana 12 si se siente el bebé porque una se asusta si pasan las semanas y nada. Lo sé, parezco re ortiva pero nosotros también estamos llenos de ansiedad y de preguntas. Sabemos lo mismo que ustedes y vamos viendo día a día lo que es porque justamente es único e irrepetible. Antes de tocarme, acuerdensé que tengo un espacio personal (Para más información, buscar cerebro reptiliano y delimitación territorial. No es broma, hablo en serio) y puedo sentirme invadida, como no. Y tratemos de no juzgar a los que tienen otros tiempos porque no soy mejor mamá si me hago un molde 3D o si pongo la ecografía de perfil en las redes sociales. Amo a mi hij@ igual y es lo que más deseo en el mundo. Me cuesta enfocarme en otro proyecto o en otras actividades (suelo dedicarme 100%) porque quiero estar todo el tiempo tocandomé la panza y muero porque nazca para agarrarlo fuerte y decirle cuánto lo amo. Sin embargo, tengo que controlar la ansiedad y mi rutina sigue igual. Porque estar todo el tiempo pendiente y transmitirle ansiedad también le hace mal al bebé, según los expertos. Cada una encuentra el equilibrio como puede, no?

Creo que cuando termine mi embarazo, me recibo de malabarista ;)

lunes, 10 de septiembre de 2012

Las tragedias.-

Hace unos días que pareciera que las tragedias están ahí al alcance de la mano. Algunas impersonales, otras muy de cerca. Todo parece indicar que cuando menos te lo esperes, te podés levantar y te puede tocar a vos. Ahí vienen las frases tales como "Uno tiene que disfrutar porque no sabés qué te puede pasar mañana", "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy", "Con estas cosas uno se da cuenta que se preocupa por boludeces", etc, etc. Frases que quedan para ese momento porque después cada uno sigue con las banalidades de la propia vida. En un capìtulo de Doctor House (espero ver todas las temporadas antes que nazca el crío!), un médico rehace unos análisis y le dice a su paciente que en realidad fue un falso positivo. El paciente, que había vendido su casa, tenía pasajes para Venecia y había tenido tres fiestas de despedida, quería demandar al médico por haberle quitado la felicidad al enterarse del diagnóstico correcto, ya que esos tres meses habían sido los tres mejores de su vida porque se animó a hacer lo que quiso sin culpa. En fin, creo que sólo unos pocos y quienes saben aprender del dolor, pueden llegar a aplicar estas frases completamente verdaderas, pero hechas. Y me empecé a preguntar qué haría si me pasara algo similar. Pienso en las palabras de aliento y en el acompañamiento que suelo dar a mis amigos, conocidos en situaciones como estas y calculo que no me alcanzaría. A veces me preguntan y "qué le digo con esto que me está contando?" Y... Mucho no se puede decir, pero sí se puede acompañar, estar ahí para lo que el otro necesite (aunque lo que el otro necesite no sea lo que más nos guste o no estemos de acuerdo). Ante el dolor y ante los finales inevitables, las asperezas quedan atrás, o por lo menos se intenta. Si pienso en mí, hay tragedias que no puedo imaginarlas porque no podría estar entera para afrontarlas porque son partes fundamentales de mi vida. Y hay otras que las imagino saliendo como un tigre, sacando fuerzas de donde no tengo para levantar a esas personas. También pienso en las cosas que pueden salir mal (ya sabemos que soy fatalista) y puedo preveer y trato de prepararme. Vaya uno a saber si sirve, no? Quizás el embarazo me hace pensar más en estas cosas. Saber que una lleva una vida adentro y que una es su único resguardo en este momento. Creo que esas cosas también te hacen más fuerte, más consciente. E inevitablemente, en los tiempos que corren, prepararnos para todo. Para que no sólo las tragedias propias nos enseñen sino también aprender de las ajenas.

viernes, 7 de septiembre de 2012

El día no.-

No tengo ganas de hacer nada. No me aguanto. No me gusta ponerme así. No me gusta la lluvia. No soporto no saber lo que me pasa. No sé cómo ponerle más colores a estos días meteorológicamente grises. No quiero lavar la acelga que compré. No quiero que se pudra. No sé qué hacer, no sé qué sentir. No quiero estar sola hoy. No aguanto mi compañía. No sé que hacer para levantar el día. No quiero ponerme mal porque eso afecta a mi bebé según los científicos. No tengo ganas de volver, no tengo ganas de quedarme así. No quiero proyectar porque de sólo pensar de cruzar la puerta de calle y entrar en ese mundo de nuevo me ataco. No creo que sea para tanto. No creo que no pueda controlarlo. No creo que no me divierta, no creo que no lo vaya a disfrutar. No aguanto esta ciclotimia.

Wake me up when September ends..

miércoles, 5 de septiembre de 2012

"Porque cuando yo..." El manual infaltable de toda mujer.-

Siempre me resultó incómodo entablar conversaciones con otras mujeres. No todo tipo de diálogo, sino la conversación en la que una está indecisa sobre lo que tiene que hacer o cuenta una experiencia muy personal. Más allá de mi problema existencial por el cual la mayoría de las veces busco la aprobación del otro, hay como una carga de verdad absoluta en las palabras de la otra persona que me abruma un poco. A veces me enerva (qué raro viniendo de mí, no?), otras me desquicia, y en otras me apichono. Sin embargo, después de mucho pensarlo y con ayuda de mi psicóloga (la humildad ante todo), llegué a la conclusión que es una característica del género femenino. Cada vez que una mujer cuenta sue experiencia es LA experiencia. Para nosotras no hay certezas hay verdades irrefutables porque "así me pasó a mí". No sé si será por la pasión que le ponemos a las cosas, o la carga emocional con la que vivimos cada experiencia, o si no soportamos algo distinto, o no podemos empatizar. Y pensandolo aún más (si ven humo, chicas, es mi cerebro) fui más allá y quizás los problemas que vemos día a día entre maestros y madres también tengan que ver con ésto. Lo que yo creo para mi hijo o mi alumno es LO mejor. Creo que las madres tienen un master en demostración del manual. Sin embargo, no todas usan el manual de la misma forma:

  • La arrogante sabelotodo: "Yo no tuve ninguna náusea, eso de las náuseas es psicológico." Yo le agradezco muchísimo a esta chica por contarme su experiencia pero le voy a tener que informar que lamentablemente en mi caso no funcionó. Que me disculpe pero psicológicas las bolas!!!! Semanas mentalizándome "ya se va a pasar, no tenés náuseas" y tranquila respirando hondo iba a hacerme el desayuno y no llegaba a poner el agua caliente en la taza porque tenía que salir corriendo al baño, en el mejor de los casos. Este tipo de mujeres no aceptan tu experiencia como válida porque sencillamente a ellas no les sucedió.
  • La que opina con buena onda pero te impone su opinión: "Yo no comía milanesas de soja, pero no sé si vos querés..." Estas me dan culpa, me da miedo decirles "pero a mí el obstetra me dijo otra cosa", porque lo dicen con tanta convicción que me da cosa contradecirlas. Son como las mamás que te dicen "yo no lo haría pero vos ya sos grande, sabés lo que hacés". En realidad, es no lo hagas. Es la imposición disfrazada de libertad para que suene más lindo.
  • La resentida: "Estas mujeres de ahora! Yo trabajaba, era ama de casa, vivía a 2 horas del trabajo y nunca me quejé." "Hay que dar la teta, las mujeres ahora son un desastre." Este tipo de mujeres me parece que son unas resentidas. Perdón si ofendo a alguien. Pero creo que detrás de ese poder supremo de haberlo hecho todo se esconde una frustración tremenda por no haber podido hacer algo distinto y una envidia terrible. No se puede hablar tan livianamente sobre lo que le pasa a los demás, sin saber cómo vive y en qué situación está cada persona.
En fin, así llegué a la verdad nº4: Un día te despertás y te das cuenta que sos padre y que hacés lo qué podés pero siempre pensando en lo mejor para tus hijos. Gracias, gran señor! (Tenía que ser hombre, obvio)

martes, 4 de septiembre de 2012

Revolution and sweet emotions.-



Decisiones, planes, cambios hormonales, físicos, aceptación, resignación, nuevas miradas. Me siento Sandro cantando “Tengo un mundo de sensaciones, un mundo de vibraciones que te puedo regalar.” Por momentos, quiero volver a ser como era antes pero me doy cuenta que ya no voy a volver a ser la misma. Quizás se hayan exacerbado rasgos de mi personalidad o dejé salir al monstruo interior pero ya nada será igual. Hoy al que me entiende lo valoro más, al que se preocupa por nuestro bienestar también, todavía hay muchos que no me decepcionaron sino que se ganaron un mejor lugar y le ladro más al santo de mi marido. (Eso claramente va a tener que cambiar porque no se lo merece, en primer lugar, y un día voy a encontrar el placard vacío, en segundo). No puedo evitar decir lo que quiero o lo que pienso (todavía no me da tanto con los desconocidos) y el filtro necesita un recambio urgente, pero con esto de la traba a las importaciones no encuentro ningún repuesto efectivo. También tengo ganas de abrazar y apretarle los cachetes a mi bebé pero que lo sepan unos pocos. Tengo ganas de que sea varón y cantar juntos una canción de rock sosteniendo guitarras imaginarias. O que sea nena y que nos hagamos las malas y nos saquemos fotos divertidas al mejor estilo look minita histérica. Tengo ganas de asados con amigos, mates, pañales y juguetes. Quiero que crezca rápido para jugar porque como dije cuando nació mi hermano “Este nene no hace nada, mamá, no juega conmigo como me dijiste.” Así de literal era a los 3 y así lo sigo siendo a los 27. Tengo ganas de ser mamá full time pero el sentido del deber, el futuro y la economía no lo permiten. Igual sé que en un futuro será mejor para todos. Pero no quiero trabajar todo lo que trabajo ahora. Un poquito menos, sólo eso pido. Tengo ganas de sacarme esa puta costumbre (y ahí, pasamos a Cacho “Por esa puta costumbre”) de gritar en vez de pedir. Y de tantas cosas más, que definitivamente harán que Ismael me pueda cantar “Ya nada es lo que era” (Qué musical estoy hoy, carajo!) pero para bien.

Verdad nº3: Un hijo te cambia la vida para siempre. (Ya comentaré sobre los pos comentarios de esta bendita frase, por ahora así sin interpretaciones más que las mías.)

lunes, 3 de septiembre de 2012

De colores y propuestas.-



De colores y propuestas.-

Definitivamente ayer fue un día negro, gris, nublado. Como el chico escondido en la cueva que aguarda los movimientos del lobo para saber si escapar o atacar (no sé cómo llegué a esta imagen de la película 300, mi mente ya no pide permiso para conectar y a veces la flashea groso, será otro síntoma del embarazo o me estaré dando con drogas duras como dice un amigo mío?). Había arrancado esperanzada, con ilusiones, pero bueno, se fue todo al demonio y sucedieron cosas que no esperaba. Y hoy creo que descubrí que justamente era eso lo que me angustiaba, lo que me indignaba. Cuando empezamos a buscar un hijo con mi marido, yo me preparé de todas las formas posibles contemplando lo bueno y lo malo del asunto. Quería controlar mi ansiedad, mantenerme fría, calma. Incluso tenía proyectos que sabía que podían caducar pero no quería empezar a programar sobre algo que todavía no existía. Por eso, jugué al fútbol (de defensora! Para mi profesora de Educación Físca que me creía una inútil: Toma, puta!) sin saber que estaba embarazada y me compré todo el equipo sabiendo que en el próximo mes quizás tendría que largar todo.  Ya antes de buscar pensaba en la posibilidad de adoptar si al final de cuentas, no podía quedar embarazada. (Sí, gente, me voy a la mierda). Pero, bueno, sentía que era mejor prevenir que curar. Tengo esa costumbre de adelantarme y preparar el terreno para posibles bombas, estruendos. La vida me dio esa herramienta que muchas veces, no me sirve de nada pero me hace sentir más segura. Cuando nos enteramos que estaba embarazada, me costó caer y darle rienda suelta a mis sentimientos (buenos, claramente, los malos estaban a flor de piel). Estaba como a la defensiva y no me quería involucrar mucho con las cursilerías, debo admitirlo. Todo el mundo me hablaba de cosas maravillosas y yo frenaba, atacaba, arrancaba, frenaba de nuevo. Y quise empezar a creer que era verdad lo que me decían que iba a sentir: “todos te van a cuidar”, “te vas a sentir más enérgica”, “te va a chupar todo un huevo” (esa parte casi que es cierta, te digo). Pero cuando vinieron los malos momentos, nunca pensé que alguien iba a dudar de mi palabra, que me iba a sentir como desamparada en medio de tantas leyes, palabrerío, libros y sitios de internet que nada hablaban de la situación en la que se encuentran las mujeres que tienen problemas o tropiezos normales en su embarazo. Y a ver, NO ME ESTOY VICTIMIZANDO! Porque eso, es lo primero que tienden a pensar muchos que leen estas cosas. Estoy hablando de una realidad. Así como está la realidad de la mujer que está 100 % óptima, hay otra que está en un 70%. Y debe haber otras que “se hacen”. Entiendo el problema que puede generar en una empresa o institución, por eso debería haber una ley o herramienta para que ambas partes salgan beneficiadas. Porque las mujeres no somos iguales que los hombres y en lo diferente, está el gusto y la complementariedad. Y no me hagan hablar de los derechos de los hombres, que me van a hacer poner del culo de nuevo! Así como hay hombres que se rascan, existen hombres que quieren ayudar pero le dan 2 malditos días.
En fin, ya descubrí mi frustración y como en todo lo que hago, estoy apasionada con todo el universo femenino, feminista, machista y embarazoso. Y hoy tengo ganas de descubrir nuevos colores, como antes. De dejar el gris para otros momentos, salir a encontrar rojos, verdes, violetas, naranjas, y sentir a mi bebé (cuando quiera, este pibit@ salió jodid@ como la madre). Escuchar a Jorge Drexler y poner manos a la obra. Abrir las ventanas, sacar el polvo, fregar, amasar (gente, esto es literal, amo limpiar).

Verdad nº2: No hay nada más lindo que sentir las vibraciones de tu bebé nadando en tu panza.

La indignación: Una batalla perdida para la Agaromba.-


Hace muchos años en un famoso programa humorístico (en ese entonces, ahora es un show de vedetongas), había un sketch de un personaje que se llamaba Fernandito que se tomaba una pastilla llamada Agaromba y de esa manera todo le importaba nada. Él decía: “Me tomo un Agaromba y todo me chupa un huevo!” Hoy creo que traté de instalar esa frase en mi cabeza para resetear mi cerebro, pero la indignación es un fuerte combatiente y no se rinde. Y la odio porque me pongo muy monotemática y soy completamente consciente que parezco uno de esos discos de pasta rayados de antaño. Lo más gracioso es que mi audiencia de turno me mira azorada y atónita como si estuviera escuchando que el disco se trabo y no saben qué hacer para detenerlo. Ni siquiera intentan que siga andando. Debo confesar que visto en el tiempo cuando me “destrabo”, lo recuerdo y me resulta muy gracioso. Retomando, me quedó clarísimo que hay cosas a las que tengo que poner en orden de prioridad y que debo defender mis derechos y cómo me siento, pero cuando me tratan de mentirosa y me acusan de cosas que en la vida me darían los ovarios para hacer, me indigno. Y cómo! Ahí me di cuenta que involucrarme sentimentalmente con mi lugar de trabajo  fue un error. Que nunca debería haber sido LA prioridad.
Yo tengo la conciencia tranquila. Ellos sabrán que es lo que hacen. 

Lección nº1: Lo importante es lo que pasa de las puertas de mi casa para adentro, en mi familia, con mis amigos. El resto que se arregle.