Y aquí estoy, nuevamente!!! No sé cuánto hace que no escribo...puff. Meses, seguro! Tenía abandonado este espacio que tanto bien me hizo durante mi embarazo. Entre los quehaceres de la casa, mi Chiquitín, mis intentos superfluos por tratar de leer una saga (a mí sola se me ocurre!!!), un poco de estudio para cuando vuelva a trabajar, las visitas, mi marido, la adaptación, la teta, los pañales y la mar en coche, de un día para otro dejé de escribir. Y en parte también porque me siento tan llena, tan feliz, tan completa que pocas eran las cosas que se me ocurrían para relatar. Y generalmente mis relatos son quejas. Este fue mi espacio de catarsis ante mi revolución hormonal durante 9 meses. Y me sentí perdida, sin nada que contar. No sabía o, mejor dicho, no sé muy bien cómo poner en palabras tanta felicidad junta. Demás está decir que tomarme un momento para mí no sólo se complica por el nene sino porque me cuesta permitirmelo también.
Sin embargo, estaba tratando de dormir la siesta con mi gordo y mi marido, que está de vacaciones (Gracias, Dios!), y daba vueltas, vueltas y me dije: Sí, tengo muchas cosas que contar. Buenas, malas, divertidas. Y pensé: Es momento de hacer justicia. Debo retomar ese espacio. Y bue, aquí estoy. Sin saber muy bien qué contar o por dónde empezar, pero recuperando un espacio. Algunas de las cosas que solía hacer antes que mi pequeñín se adueñara completamente de nuestras vidas.
El gordo ya está por cumplir 6 meses. Unos increíbles meses. Del primer mes, tengo vagos recuerdos y sensaciones. A decir verdad, no entendía nada. A mi mente vienen estas palabras: calor, cansancio, confusión. No me voy a olvidar nunca de cómo transpiré ese Enero! Y de todas las veces que transportamos el colchón al comedor para aprovechar el aire acondicionado. Pero todo se fue poniendo más lindo a partir del segundo mes. Ya estaba más acomodada, un poquito más aliviada. Aunque los cólicos de mi bebé eran un problema, ya tenia más idea de qué hacer con esa bolita que tenía entre mis brazos. En el tercer mes, tiré la toalla y pedí ayuda a mi madre y a mi suegra (dos divinas totales). Me había resistido, quería hacer todo sola (los que me leen de antes saben lo testaruda que puedo ser), pero despertarme cada 3 horas hacía tres meses, me estaba aniquilando. Pero bueno, necesitaba demostrarme a mí misma que podía. Debo reconocer que fue un alivio, comenzé a disfrutar más del gordo y de mi marido también. Esas visitas semanales fueron no sólo una ayuda sino una compañía inmensa. Las esperaba no sólo para que poder ocuparme de otras cosas sino para charlar, para compartir un mate, dudas, una palabra de aliento, un mimo. Dos grosas a las que mi hijo ama profundamente. Y a partir de ahí también empezaron las morisquetas del gordo, las fotos a mi marido con las hazañas logradas. Las visitas con otros bebés de su edad. También tengo a mi lado a mi amiga que tuvo a su nena con unos días de diferencia. Hasta hace una semana teníamos un día en la semana en el que nos juntábamos con los peques e intercambiabamos experiencias. Y así profundizé un lazo, encontré una par con la cual compartir experiencias, dudas, culpas, risas. Y así llegó el cuarto mes, en un abrir y cerrar de ojos. Comprando ropa, acondicionando la casa, sacando al nene de nuestra habitación, empezando a dormir 5 horas de corrido, retomando fútbol. Volví a jugar en Ferro Fem y así encontramos con mi marido una actividad que nos une. Son un grupo de personas maravillosas y mi marido un genio enseñándome tácticas, buscándome videos. Muy divertido todo. Soy un queso pero la paso genial. Y acá estamos cursando el quinto mes, preparándome para volver a trabajar en tres semanas y a dos semanas de arrancar con la comida. Va a ser duro volver pero como siempre nos vamos a ir adaptando.
Y en pocas palabras, eso es todo. Cambio tras cambio, bellos momentos por doquier, dudas también.
Prometo volver prontito.-
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