Cuando escribo el título de esta entrada, lo primero que se me viene a la mente es todo lo que mi nene está aprendiendo. Es una esponja. Cada día nos sorprendemos de todo lo que hace este chiquitito. Sin embargo, la que más está teniendo que aprender soy yo. Cuando pienso que todo está bajo control, sale algo nuevo y a adaptarse de nuevo. Y no saben lo que me cuesta! Hoy me di cuenta o me hicieron dar cuenta mejor dicho que hay algunas premisas que no debo olvidar ante cada nuevo día:
-No hay que dar nada por sentado. Lo que hasta ayer funcionaba, hoy puede dejar de hacerlo. Ese videito que lo atrapaba probablemente ya haya dejado de gustarle. La flexibilidad ante todo. (Mi ser estructurado la está pasando muy mal.)
-Cada vez que se duerma y te sientes en la compu o agarres un libro, antes DESCONECTA EL TELÉFONO. Es infalible, parece que estuviera en un reality y cuando me dedico dos minutos a hacer algo para mí, escucho la músiquita del inalámbrico.
-Los chicos son una caja de sorpresas. Los planes siempre son en condicional.
-No todo tiene una razón. Cuando mi hijo cambia de conducta, me agarra una desesperación en la que entramos en una crisis conjunta. Quizás es sólo un mal día o se viene algún cambio.
- Y lo más importante, aunque nos sorprendamos de sus proezas y habilidades, todavía es un bebé de 6 meses que apenas tiene conciencia de sí mismo y como puede se comunica. Muchas veces ni él sabe lo que desea o lo que le pasa.
Aunque parezca una pavada, todas estas cosas juntas día a día por momentos, son agobiantes. Lo bueno es mantener el eje, no corrernos del camino e ir adaptándonos a sus necesidades.
Buen fin de semana y gracias por leerme!
jueves, 18 de julio de 2013
viernes, 5 de julio de 2013
Coming back!
Y aquí estoy, nuevamente!!! No sé cuánto hace que no escribo...puff. Meses, seguro! Tenía abandonado este espacio que tanto bien me hizo durante mi embarazo. Entre los quehaceres de la casa, mi Chiquitín, mis intentos superfluos por tratar de leer una saga (a mí sola se me ocurre!!!), un poco de estudio para cuando vuelva a trabajar, las visitas, mi marido, la adaptación, la teta, los pañales y la mar en coche, de un día para otro dejé de escribir. Y en parte también porque me siento tan llena, tan feliz, tan completa que pocas eran las cosas que se me ocurrían para relatar. Y generalmente mis relatos son quejas. Este fue mi espacio de catarsis ante mi revolución hormonal durante 9 meses. Y me sentí perdida, sin nada que contar. No sabía o, mejor dicho, no sé muy bien cómo poner en palabras tanta felicidad junta. Demás está decir que tomarme un momento para mí no sólo se complica por el nene sino porque me cuesta permitirmelo también.
Sin embargo, estaba tratando de dormir la siesta con mi gordo y mi marido, que está de vacaciones (Gracias, Dios!), y daba vueltas, vueltas y me dije: Sí, tengo muchas cosas que contar. Buenas, malas, divertidas. Y pensé: Es momento de hacer justicia. Debo retomar ese espacio. Y bue, aquí estoy. Sin saber muy bien qué contar o por dónde empezar, pero recuperando un espacio. Algunas de las cosas que solía hacer antes que mi pequeñín se adueñara completamente de nuestras vidas.
El gordo ya está por cumplir 6 meses. Unos increíbles meses. Del primer mes, tengo vagos recuerdos y sensaciones. A decir verdad, no entendía nada. A mi mente vienen estas palabras: calor, cansancio, confusión. No me voy a olvidar nunca de cómo transpiré ese Enero! Y de todas las veces que transportamos el colchón al comedor para aprovechar el aire acondicionado. Pero todo se fue poniendo más lindo a partir del segundo mes. Ya estaba más acomodada, un poquito más aliviada. Aunque los cólicos de mi bebé eran un problema, ya tenia más idea de qué hacer con esa bolita que tenía entre mis brazos. En el tercer mes, tiré la toalla y pedí ayuda a mi madre y a mi suegra (dos divinas totales). Me había resistido, quería hacer todo sola (los que me leen de antes saben lo testaruda que puedo ser), pero despertarme cada 3 horas hacía tres meses, me estaba aniquilando. Pero bueno, necesitaba demostrarme a mí misma que podía. Debo reconocer que fue un alivio, comenzé a disfrutar más del gordo y de mi marido también. Esas visitas semanales fueron no sólo una ayuda sino una compañía inmensa. Las esperaba no sólo para que poder ocuparme de otras cosas sino para charlar, para compartir un mate, dudas, una palabra de aliento, un mimo. Dos grosas a las que mi hijo ama profundamente. Y a partir de ahí también empezaron las morisquetas del gordo, las fotos a mi marido con las hazañas logradas. Las visitas con otros bebés de su edad. También tengo a mi lado a mi amiga que tuvo a su nena con unos días de diferencia. Hasta hace una semana teníamos un día en la semana en el que nos juntábamos con los peques e intercambiabamos experiencias. Y así profundizé un lazo, encontré una par con la cual compartir experiencias, dudas, culpas, risas. Y así llegó el cuarto mes, en un abrir y cerrar de ojos. Comprando ropa, acondicionando la casa, sacando al nene de nuestra habitación, empezando a dormir 5 horas de corrido, retomando fútbol. Volví a jugar en Ferro Fem y así encontramos con mi marido una actividad que nos une. Son un grupo de personas maravillosas y mi marido un genio enseñándome tácticas, buscándome videos. Muy divertido todo. Soy un queso pero la paso genial. Y acá estamos cursando el quinto mes, preparándome para volver a trabajar en tres semanas y a dos semanas de arrancar con la comida. Va a ser duro volver pero como siempre nos vamos a ir adaptando.
Y en pocas palabras, eso es todo. Cambio tras cambio, bellos momentos por doquier, dudas también.
Prometo volver prontito.-
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