Ya creo que en gran parte he superado las incomodidades físicas y las ciruelas disecadas han hecho un gran aporte. Ya queda nada. La nada misma. 20 días como máximo? Según mi obstetra, está todo muy tranquilo y él está perfecto. Sigo rodando como tortuga por momentos o quedo encallada como una ballena en el sillón al llegar la noche pero son sólo momentos. Y en parte, una ya se acostumbra a estas "delicias" del embarazo. Baño con sal moderado, mucha fruta y a pedir ayuda cuando el cuerpo no responde. Ahora queda el cerebro. Mi bendito y preciado órgano que hizo una regresión a los primeros asquerosos y tan cansadores meses del embarazo...
Tengo una mezcla de sensaciones (y situaciones) que me hacen pasar del llanto a la risa, de la ira a la comprensión, y así podría seguir hasta que mi hijo tenga 8 años por lo menos (y hasta que el santo de mi marido respire profundo por décimacuarta vez, me miré y me diga "A ver, gorda..."). Básicamente, siento que en algún profundo lugar de mi existencia, estoy acomodandomé o preparándome para este nuevo rol que todavía no empezó. Y obviamente, como mi mente es tan intricada lo manifiesta de una manera sutil desviando la atención hacia lugares que no debería pero cuando los desmenuzo me doy cuenta que tienen que ver más conmigo que con los demás.
Mis problemas actuales son:
-Reacomode de prioridades y lugares. Quiénes están, quiénes son importantes, por quiénes merece uno hacerse problema, quiénes son primordiales, qué cosas son realmente graves y cuáles son nimiedades.
-Qué puedo llegar a decir cuando nazca mi hijo. No sé si voy a poder controlar mis pensamientos. Y en tal caso, debería importarme? Acaso no soy yo la que está "revolucionada"? Lo que más me preocupa es no tener tacto o lo que sería aún peor, callarme y explotar como un sapo.
Mis pensamientos actuales son variados. Van desde:
- "Conseguite una vida propia y no me rompas las pelotas."
- "No quieran lavar culpas o compensar con mi hijo."
Hasta:
- "Los necesito a todos!!!!"
- "Dejenmé con mi pirulo y mi marido. Go away!"
De las buenas intenciones, no dudo. Temo no saber transmitir mis necesidades y lastimar a los que están alrededor mío por no saber pedirles qué es lo que necesito y qué ellos me puedan entender. A veces uno quiere ayudar y ayuda desde lo que uno piensa que el otro necesita, sin escuchar el pedido real del otro.Y también temo que en toda esa vuelta de cuidar a mis allegados, de no ofender, de ponerme histérica por no poder expresarme, de ponerme mal por los que no me entiendan, me pierda de esos únicos y primerísimos instantes con mi bebé y mi marido. Me preocupo por acomodar todo para crear ese momento perfecto y sin darme cuenta, me lo pierdo. Quizás lo mejor sea enfocarme en ese instante en el que nos miremos por primera vez y que todo lo demás fluya como tenga que fluir y se acomode sólo...
[Marido lee y dice: "Veo que me escuchás. El tema es que lo hagás."]
La puta! Tiene razón de nuevo. Es im-ba-ti-ble. Lo bueno es que nos complementamos. Yo le doy todo desordenado y él me lo da todo en una cajita listo para el delivery.
En unos días, les cuento cómo me fue!
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