No me perdí una! Cumplí con lo prometido! Hermosas siestas veraniegas :)
El embarazómetro
miércoles, 12 de febrero de 2014
jueves, 6 de febrero de 2014
Ser madre y la identidad.-
A los cuatro meses de estar embarazada, viajé a Europa con mi marido. El viaje de mi vida. Totalmente inalcanzable por años. Realmente un sueño hecho realidad. Ayer nos topamos con las fotos buscando otras cosas e hicimos una recorrida nostálgica de ese viaje tan lindo y último solos! (Y ahora posta inalcanzable jaja) Vimos videos y pensábamos que habían pasado menos de dos años y parecíamos tan jóvenes! Tan despreocupados, tan desfachatados por así decirlo.
Yo pensaba en cómo cambia la vida con un hijo y cómo ese cambio se refleja en uno y por esas casualidades de la vida (o no), hoy me topé con esto. No podría describirlo mejor.
A veces es muy duro convertirse en madre.
Sí: vale la pena.
Sí: es la experiencia más poderosa que puede llegar a vivir una
mujer.
Sí: nada te marca tanto como el momento en que sostienes por fin en
brazos al hijo que acaba de salir de ti, deliciosamente sucio, húmedo, caliente, y te mira
a los ojos como diciendo: te conozco.
Pero es duro.
Y no sólo se trata de la falta de sueño, de las secuelas del parto, de los cuidados que
demanda un recién nacido (¡tan pequeñito y tan exigente!), ni siquiera del cóctel de
hormonas que te deja turuleta hasta varias semanas
después. Tampoco la falta de experiencia y la
incertidumbre acerca de si lo estás haciendo bien o no,
ni las propias dudas y comentarios de familiares
bienintencionados pero que no hacen sino disparar tu
propia inseguridad, tu miedo.
Es bastante más que eso. Es la ruptura total y
repentina con tu propia identidad, con aquello que
hasta el momento de parir te había definido: tus proyectos, tus ambiciones, tu trabajo,
tus amigos, tu cuerpo, y todo aquello que llamabas tuyo. Tu tiempo. Tu vida.
Es mirarte al espejo mientras tu criaturita está prendada a tu pecho, y no reconocerte.
¿En qué momento te convertiste en esta mujer ojerosa que no tiene un minuto ni para
darse una ducha? ¿Quién es ella? ¿Quién eres ahora?
Sigues siendo tú, sólo que una versión más grande de ti misma. Pero al principio no lo
sabes. Al principio no te encuentras. No hay nada que logre vincular esta nueva vida tuya
de cambios de pañal, tetadas a deshoras y canciones de cuna, con aquella otra vida que
parece tan remota, aquella en la que ibas y venías a tu antojo, disponías de tu tiempo y te
pertenecías.
Porque, claro, todo tu ser es ahora para otro. Y ese otro se está alimentando de ti, no
sólo de tu leche, sino también de tus caricias, de tus canciones, de tus palabras, de tu
calor. Y el tiempo pasa, desde luego que pasa. Llegará el momento en el que, sin darte
cuenta casi, las tomas se acorten y las horas de sueño nocturno se alarguen. Tu bebé
aprenderá a sostener la cabeza, luego a darse la vuelta, luego a gatear. El día menos
pensado te regalará una sonrisa y pensarás que todo el esfuerzo ha sido poco. Un día te
dirá mamá. Lo verás correr en el parque, subirse solo al tobogán, jugar con otros niños,
garabatear las primeras letras que te mostrará orgulloso. Y por nada del mundo querrás
cambiarte por esa otra que eras, y que tan poco sabía acerca del amor♥.
LO MAS BELLO QUE PUEDE VIVIR UNA MUJER, SER MADRES.
Sí: vale la pena.
Sí: es la experiencia más poderosa que puede llegar a vivir una
mujer.
Sí: nada te marca tanto como el momento en que sostienes por fin en
brazos al hijo que acaba de salir de ti, deliciosamente sucio, húmedo, caliente, y te mira
a los ojos como diciendo: te conozco.
Pero es duro.
Y no sólo se trata de la falta de sueño, de las secuelas del parto, de los cuidados que
demanda un recién nacido (¡tan pequeñito y tan exigente!), ni siquiera del cóctel de
hormonas que te deja turuleta hasta varias semanas
después. Tampoco la falta de experiencia y la
incertidumbre acerca de si lo estás haciendo bien o no,
ni las propias dudas y comentarios de familiares
bienintencionados pero que no hacen sino disparar tu
propia inseguridad, tu miedo.
Es bastante más que eso. Es la ruptura total y
repentina con tu propia identidad, con aquello que
hasta el momento de parir te había definido: tus proyectos, tus ambiciones, tu trabajo,
tus amigos, tu cuerpo, y todo aquello que llamabas tuyo. Tu tiempo. Tu vida.
Es mirarte al espejo mientras tu criaturita está prendada a tu pecho, y no reconocerte.
¿En qué momento te convertiste en esta mujer ojerosa que no tiene un minuto ni para
darse una ducha? ¿Quién es ella? ¿Quién eres ahora?
Sigues siendo tú, sólo que una versión más grande de ti misma. Pero al principio no lo
sabes. Al principio no te encuentras. No hay nada que logre vincular esta nueva vida tuya
de cambios de pañal, tetadas a deshoras y canciones de cuna, con aquella otra vida que
parece tan remota, aquella en la que ibas y venías a tu antojo, disponías de tu tiempo y te
pertenecías.
Porque, claro, todo tu ser es ahora para otro. Y ese otro se está alimentando de ti, no
sólo de tu leche, sino también de tus caricias, de tus canciones, de tus palabras, de tu
calor. Y el tiempo pasa, desde luego que pasa. Llegará el momento en el que, sin darte
cuenta casi, las tomas se acorten y las horas de sueño nocturno se alarguen. Tu bebé
aprenderá a sostener la cabeza, luego a darse la vuelta, luego a gatear. El día menos
pensado te regalará una sonrisa y pensarás que todo el esfuerzo ha sido poco. Un día te
dirá mamá. Lo verás correr en el parque, subirse solo al tobogán, jugar con otros niños,
garabatear las primeras letras que te mostrará orgulloso. Y por nada del mundo querrás
cambiarte por esa otra que eras, y que tan poco sabía acerca del amor♥.
LO MAS BELLO QUE PUEDE VIVIR UNA MUJER, SER MADRES.
Sueña un sueño despacito, entre mi manos,
hasta que por la ventana suba el sol...
hasta que por la ventana suba el sol...
miércoles, 5 de febrero de 2014
domingo, 2 de febrero de 2014
Struggling with demons.- Luchando contra mis demonios.
Cómo venía contando en mi último post, reacomodarme se me está haciendo difícil. Esta semana incorporamos a una nueva integrante a la familia, una perrita de tan sólo dos meses. Una bolita de pelos, divina, juguetona. Hace rato quería tener una pero por cuestiones de tiempo y espacio no se daba. Surgió la oportunidad y sin pensarlo mucho, la trajimos a casa. El mayor motor fue el nene. Le gustan los animales y nos pareció una buena idea que crecieran juntos. Les juro que desbordé de felicidad al tenerla acá en casa. Es como el dibujo perfecto que hacemos cuando somos chicos: la casa, el marido, los hijos, el árbol y el perro. No les voy a negar que fue (y todavía sigue siéndolo) medio caótica la adaptación porque ambos son muy chiquitos. Además el gordo se puso bastante celoso al ver que alguien más se sumaba. Pero poco a poco, se van llevando y amo verlos jugar y ver como la perra se desespera al verlo para llenarlo de besos. Hasta acá todo maravilloso como lo que es porque no hay nada que esté mal!
Pero bueno, como viene pasando últimamente, pavadas de la vida, momentos sin relevancia me desorientan. Me encantaría poder poner en palabras cómo me siento en esos momentos. Es como si cayera en un agujero negro en el que todo se va derrumbando y no puedo ver la salida, ni nada bueno. Es como el hombre vestido de gris sosteniendo un paraguas con una lluvia que sólo le toca a él. Y pareciera que esa nube puta me siguiera a todas partes por más que este soleado. Es un sentimiento que invade. Y ese agujero está lleno de sensaciones espantosas: inseguridad, abandono, temor, desconfianza, paranoia. Y no puedo expresar lo que me pasa porque cuando lo pongo en palabras me doy cuenta de lo ridículos que suenan mis planteos. Porque me preocupo por cosas que nadie me pide que me preocupe, me hago cargo de cosas que nadie me pide que me haga cargo y me enojo porque me hago cargo. Yo sé que estos problemas vienen heredados. Ya los viví, ya los ví. Pero sin embargo, ahora que me atacan a mí, no los puedo manejar. Soy conciente de ellos pero ya dejó de ser suficiente. Porque desgasta, aburre, y no quiero que mi familia viva con estos demonios. NO quiero que sean un tema de conversación recurrente. No quiero que tomen un espacio relevante en mi vida.
Hoy decidí que quiero hablar de esta lucha sólo en este blog. Hablar de estas luchas internas y mis conflictos maternales. Y espero que las alegrías empiezen a invadirlo para desplazarlos a un lugar en el que ya no existan más. Espero también sostener esta decisión y que no sea otro vano intento...
lunes, 27 de enero de 2014
Algo así como un puerperio tardío.-
Materna dice sobre el puerperio:
Históricamente se vinculó el puerperio con el alta médica que se da a los 30-40 días luego del parto, en la que se incluye el permiso para retomar la actividad física y reiniciar una vida sexual activa. Pero lo importante es tener presente que esto es a nivel físico, orgánico, y que nada dice del estado emocional de esa mujer, ni de su deseo. Por ello es importante pensarlo como un proceso de adaptación al nuevo rol maternal, que transcurre desde el momento del parto, primer encuentro real con el bebé, hasta el equilibrio emocional afectivo que demuestra la adaptación lograda."
Esta definición me parece fantástica. Y creo que refleja perfectamente lo que a mí me pasa como mujer. Lo de la recuperación física casi lo tenemos (me faltaría más pelo nomás y un poco de color porque van dos veranos sin sol así que parezco Morticia Adams). Ahora la estabilidad emocional...te la debo!
Convengamos que nunca fui 100% estable emocionalmente. Me involucro mucho, me caliento fácil, me preocupo mucho, y reconozco tener un temita con ser socialmente aceptada. Creo que hasta antes de tener a Sancho (ya Chiquitín quedó en el pasado con sus doce kilos), venía de alguna manera regulando reacciones o con las energías bien puestas en eso. Más allá de los vaivenes de la vida, me sentía bien socialmente. Me sentía bien con mi imagen corporal, estaba amigada con ella. Ahora después de Sancho, no puedo equilibrarme emocionalmente ni con mi imagen corporal. Recién ahora puedo verme al espejo y juntar a la chica que era con la mujer que soy y esa imagen me gusta. Me cuestan menos las fotos. Podría decir que ahora me reconozco. En cuanto a lo social, hago agua por todos lados. O no me puedo poner en el lugar del otro, o quiero ganar todas las discuciones, o me pongo mal porque no encajo en ciertos grupos o me angustio por si pensarán que soy una densa hablando todo el día de mi hijo. Termino siempre conectada al whatsapp queriendo estar en todos lados y en ninguno. Ahora eso sí, en casa con mi familia soy la mujer más feliz del universo. Desbordo de alegría. Será cuestión de empezar a mostrar esa alegría. De involucrarme más con lo que pasa en casa y contagiar todo eso lindo que pasa a mis relaciones. De bajar un cambio y quererme más. Confiar más en mí. Y aceptar más cuando me equivoco. En fin, como verán, esto de encajar en la sociedad y fusionar mi nuevo rol con el afuera no se me da bien. Pero como me dijo una amiga hoy..Será cuestión de parar, dejar de enroscarse tanto y quizás las cosas se den más fáciles.
sábado, 11 de enero de 2014
Llegando al año!
Ufff...he estado tan desaparecida por estos lares! Tuvimos de todo estos últimos meses... Mi abuela estuvo con unos problemas de salud, lo que puso en jaque a toda la familia. Idas y venidas, corridas, preocupaciones. Finalmente, la llevamos a un geriátrico. Quizás no era la decisión que ella esperaba pero debía estar controlada. Después de eso vino la adaptación, que no fue fácil, y luego nosotros nos mudamos a su casa. En pleno cierre de año!!! Así que puedo decir que hemos sobrevivido al caos y por suerte, ya estamos disfrutando de unas vacaciones. En casa. Pero vacaciones al fin!!! Y así sin darnos cuenta ya estamos a una semana del año del Chiquitín...No puedo creer que ya vaya a tener un año..Pero a la vez lo miro y me parece más grande. Cada vez lo amo más. Con esa simpatía que tiene, su buen humor, sus pucheros, esa energía. Es el sol de mi vida. De nuestras vidas. Ayer fui a la casa de una compañera de fútbol a conocer su bebé y me parece increíble todo lo que creció mi poroto. Y me acordé de la teta, el provechito, la indecisión, los miedos, la incertidumbre, la novedad, la cámara ante cada cosa nueva. Parece que hubiesen pasado mil años de todo eso. Hoy lo miró y veo cómo se mueve, sus miradas dirigidas, su concentración, cómo agarra sus juguetes, cómo se hace entender, los abrazos, los besos. Es asombroso que en un año un ser humano evolucione tanto. Y sé que queda mucho más. Y cada vez esta aventura de ser madre me gusta más. Estar los tres jugando en la cama es lo mejor que me ha pasado en la vida. No existe momento que pueda igualar esa felicidad y ese bienestar. Voy por más, vamos por más. Por nuevas aventuras que contar en su nuevo año de vida :)
miércoles, 4 de septiembre de 2013
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